A pesar de tener características diferentes cada uno de nosotros, somos seres sociales; y como tal, no podemos vivir sin el otro. De hecho, en los primeros años de vida (por poner un ejemplo) es imprescindible que se cumpla este parámetro. Es una analogía tan perfecta, tan clara, que revela una idea de lo que realmente significa: somos actores, todos y cada uno de nosotros, dentro de este escenario llamado sociedad, en el cual interpretamos distintos papeles (o roles) determinados junto a otras personas.
Y justamente nosotros, como seres sociales, utilizamos máscaras todo el tiempo frente a otros. Es parte de nuestra especialidad como seres humanos: ser capaces de disimular nuestro estado de ánimo, nuestras preocupaciones, nuestras inquietudes, nuestros miedos, nuestras rabias, nuestras alegrías, nuestras tristezas… Y así como en la antigüedad un actor se ponía la máscara y actuaba su personaje, en la actualidad uno podría sentirse en la mayor de las miserias y mostrarse ante los demás con la máscara de la alegría.
Desde que nacemos y nos conformamos como individuos dentro de nuestro primer contacto con la sociedad (que son nuestros padres), ya somos «moldeados» bajo esta característica tan particular. Pueden enseñarnos a ceder un poco (de forma parcial o casi total) esa máscara dependiendo de las personas con las que estemos… Sin embargo, también pueden enseñarnos que, estar siempre bajo esa máscara (sea quien sea) es una defensa fundamental para uno mismo.
Y aquí, en esta propuesta expositiva, obras como la saga Persona nos enseñan que no existe nadie en este mundo que no haya utilizado una máscara, incluso aunque lo deteste. De hecho, nuestros propios avatares que utilizamos a través de Internet forman parte de nosotros mismos, pero ¿nos representan realmente? ¿Seríamos capaces de decir a la cara de una persona algunas de las cosas que volcamos en una red social, por ejemplo? ¿O, por el contrario, intentaremos entender más la posición de la otra persona antes de juzgarla?
Al final, Persona no es sólo un buen JRPG que comenzó a despuntar especialmente desde su llegada a Occidente. No sólo es su agradable historia y sus geniales personajes. No sólo es su sistema basado en las relaciones con otros personajes. Es su capacidad de ir más allá con el mensaje que quiere transmitir. Una máxima que “Yo soy tú, tú eres yo: El despertar de la saga Persona”, de Ángela M. García Sánchez, nos muestra a través de sus páginas. A este respecto, ofreciendo una suerte de guía en el viaje a través de la saga Persona, desde sus humildes y oscuros comienzos, hasta la ansiada popularidad que ha provocado una auténtica revolución en la industria.
Persona y la filosofía de Carl Jung
Una de las ideas más fascinantes de Jung es el concepto del «viaje del héroe». Este viaje es una narrativa arquetípica que describe el proceso de transformación personal ¿Y sabes qué? Muchas de las imágenes y símbolos presentes en el Tarot reflejan este viaje del héroe. Desde el ingenuo iniciado del loco hasta el sabio ermitaño, las cartas del Tarot capturan diferentes etapas y desafíos en el camino hacia la autorrealización.
Aquí está la belleza del Tarot desde la perspectiva de Jung: no hay una interpretación «correcta» o «incorrecta». Cada carta puede resonar de manera diferente según la persona y el contexto. Para Jung, el Tarot era una herramienta de autoexploración y autoconocimiento. Al sumergirse en las imágenes y los símbolos, uno podía acceder a capas más profundas de la psique y comprender mejor su propio viaje interior.
La conexión entre Jung y el Tarot nos recuerda que la psique humana es infinitamente compleja y que a menudo encontramos la verdad más profunda en los lugares más inesperados. Por supuesto, “Yo soy tú, tú eres yo: El despertar de la saga Persona” pone de manifiesto la importancia de los símbolos del tarot y la psicología en la franquicia que nos ocupa, mostrándonos que es una capa fundamental de la conciencia colectiva, donde se imprimen los arquetipos, las imágenes subyacentes que establecen la constelación psíquica de cada uno de los personajes que conforman las aventuras que protagonizamos.
Las reglas son las que siguen: cada individuo está asociado a una carta del tarot y, conforme avanzas en su relación, mayores son las bonificaciones que traen las Persona que vas creando. Sobre el papel, este sistema habla sobre la fuerza y la importancia de la amistad: conocer gente aporta nuevas perspectivas sobre la vida, te hace descubrir y descubrirte. Cuando necesitas ayuda, puedes acudir a tus amigos, y un hombre sin nadie a su lado no puede sobrevivir. Las Persona son un símbolo de esas relaciones que has forjado a lo largo del tiempo, y su fuerza es una expresión de lo mucho que os apreciáis el uno al otro.
Yo soy tú, tú eres yo
La saga Persona no es sólo el desarrollo de sus diferentes tramas principales, es la consecuencia de las acciones del jugador y la capacidad del propio juego para adaptarse a la situación y darle credibilidad. Cada acción efectuada podía llegar a cambiar gratamente las relaciones que tenemos con nuestros compañeros, o bien aportar matices pequeños e intrascendentes para afrontar grandes batallas, que no obstante son los que colocan sus últimas iteraciones un puesto por delante de las demás. En definitiva, es una serie verosímil y perfectamente medida en sus acciones. Incluso, en algunos casos, les rodea ese halo mítico entorno a su desarrollo. Lo raro es que estuviera a la altura de las circunstancias.
Por todo esto, son propuestas que debemos apoyar y jugar, por muchas cosas: por su descarnada humanidad, por su tratamiento serio de las relaciones interpersonales, porque no trata al jugador con condescendencia sino que le da la posibilidad de acercarse orgánicamente a lo que proponen, porque deja claro que se puede avanzar narrativamente sin dejar de lado la diversión y porque no puede, no debe dejar indiferente a nadie. Queremos videojuegos serios, videojuegos adultos para adultos; Persona es todo eso.
Es la punta de un iceberg que quizá no lleguemos a ver entero nunca, pero también es la demostración de que, si existe algo así, se pueden hacer cosas distintas que apelen del mismo modo al jugador tradicional y al que busca algo más. “Yo soy tú, tú eres yo: El despertar de la saga Persona” nos invita a dar ese paso, y por eso, no he podido evitar caer rendidos a sus pies.
Esta reseña ha sido realizada gracias a un ejemplar físico facilitado por Héroes de Papel.